Om Sai Ram!
DÍA 8
“Únicamente Dios es su verdadero Gurú. Él trasciende todos los gunas. Está más allá de todas las formas. Es el único que puede disipar la oscuridad de la ignorancia y encender la lámpara de Prajnanam (la Sabiduría Suprema)”.
Sathya Sai Baba, 07/07/1990.-
Del Libro: “Una Historia de Dios como Hombre” , M.N.Rao pág. 202.
“A fines de los años 50, Radhakrishna tenía múltiples patologías y un sinfín de enfermedades. En 1953 Radhakrishna y su esposa se encontraban en Puttaparthi cuándo él cayó en coma y murió. Extrañamente, Baba no se alteró, al igual que antes cuando había empeorado. Al segundo día, el cadáver se puso rígido y azulado. Baba lo vio ambos días, pero sonreía y tranquilizaba a la mujer. Al tercer día, el cuerpo hedía. Los miembros del ashram se quejaron acerca del cadáver descompuesto e insistieron en sacarlo para su funeral, pero la esposa insistió en la aprobación previa de Baba. Él entró sin anunciarse, le pidió a la señora que saliera de la habitación, se quedó con el cuerpo durante unos minutos, y al irse, pidió a la esposa que entrara al cuarto y cuidara de su marido. Ella entró y encontró a su esposo sentado. Al día siguiente, Radhakrishna tuvo la suficiente fortaleza como para caminar hasta la sala de bhajans.
El mismo Baba confirmó, años más tarde, haber traído el cuerpo de vuelta a la vida, después de la muerte. Después de la resurrección, la úlcera gástrica y las complicaciones de Radhakrishna desaparecieron para siempre, y se dice que vivió casi 10 años más después de su muerte.”
Del Libro: “Fuera de Ti no hay refugio” , Smt. V ijayakumari pág.378
“En una ocasión vino a Parti un enfermo de cáncer. La úlcera cancerosa en su mano izquierda se veía espantosa. Era un hombre muy rico. Después de viajar en vano por todo el mundo buscando un médico que lo pudiera curar, había venido a Parti al oír hablar de los milagrosos poderes de Swami. Aunque durante toda una semana al hombre le había tocado sentarse siempre en la primera fila, cuando Swami se le acercaba, él había tratado de hablarle de su enfermedad, más Swami ignoraba sus ruegos, como si no lo oyera. El paciente debía dejar Parti al día siguiente. Se sentía muy desalentado. Sin embargo, otros devotos intentaban levantarle el ánimo, diciendo: “Esto es muy habitual en Swami. No podemos entender el significado que se oculta tras Su aparente indiferencia. No hay nada que Swami no sepa. Inténtalo, tal vez tengas suerte por la tarde”. De alguna manera, lo convencieron para que asistiera y se sentara para el darshan de la tarde. Swami pasó a su lado, más no lo miró. Solo pudo tocar el borde de la túnica naranja de Swami e inclinarse ante Él. Lloró inconsolablemente de dolor y desesperanza. Fue a su cuarto y cerró la puerta con llave. Después de algún tiempo, se oyeron fuertes gritos y la gente creyó que se había vuelto loco. Llegaron algunos corriendo y golpearon a la puerta, preguntándole qué pasaba. No abrió la puerta, más pudieron verlo a través de la ventana. Estaba saltando de júbilo. Finalmente, lo obligaron a abrir la puerta y, ante sus preguntas, les mostró la mano izquierda. ¡La úlcera cancerosa había desaparecido sin dejar siquiera una marca! La mano se veía limpia y sana. Ansiosamente, le preguntaron: “¿Qué fue lo que hiciste?” Respondió: “No hice nada. Cuando Swami pasaba de largo frente a mí, toqué el borde de Su túnica”. “Ese toque ha curado mi úlcera”, repetía en medio de gritos de alegría”.
A Sus Divinos Pies de Loto
Área de Devoción, Consejo Central OSSSBA